dimecres, 7 de novembre del 2007

LA GRIETA

Salcedo, Doris (2007) 'Shibboleth', Tate Modern, Londres.




Viaje al centro de una modernidad rota. La grieta, sin duda, funciona en la postmodernidad como una metáfora, deslizándose hacia el interior de cada espectador/lector. El cuerpo también ha tenido grietas cuyas cicatrices recuerdan un camino de acontecimientos básico, en nuestro caso, medicalizado, ritualizado, cultural. Sin duda, la grieta es una “Metaphora [que] circula en la ciudad, [que] nos transporta como a sus habitantes, en todo tipo de trayectos, con encrucijadas, semáforos, direcciones prohibidas, intersecciones o cruces, limitaciones y prescripciones de velocidad. De una cierta forma – metafórica, claro está, y como un modo de habitar – somos el contenido y la materia de ese vehículo: pasajeros, comprendidos y transportados por una metáfora” (Derrida, 1987, 35).

Desde una manera de pensar, desde una condición nueva o simplemente una nueva sensibilidad el paisaje son las ruinas, está todo roto, arrasado, inservible. Se trata de reconstruir lo irreconstruible, se necesita mucho tiempo y no se tiene.

La modernidad a veces se ha representado como un espacio irregular lleno de grietas y rotos. Grandes relatos rotos. Las grandes verdades, como los grandes relatos explicaba Lyotard (1998) se han roto. Las instituciones modernas, aquellas creadas en la modernidad, están rotas y eso es una manera de pensar, a la vez una crítica y un contexto de partida. Como planteaba Baudrillard, “Estamos, esta vez, en un universo lleno, en un espacio irradiado de poder, pero también agrietado: cómo un parabrisas hecho trizas, pero que aún aguanta.” (Baudrillard, 1978, 52). Es también, con todo, la obra de Doris Salcedo una especie de lugar-pintura que se muestra cuarteado como esa revisión de los cuarteados del Cuadro negro sobre fondo negro de Malevich que hizo Perejaume.

Con todo, nosotros al ver la grieta somos los que viajamos al centro de nuestra tierra, los que tratamos de descubrir su secreto y su hendidura real. No sólo es una grieta larga sino también profunda. Y en la grieta la gente se aglomera a veces para ver trozos de su fondo algunas veces más ancho algunas veces más enfilado. Según Begoña Arce, Salcedo dijo que “La grieta zigzagueante, no tiene fondo y es honda como la humanidad". Con tan dramática ruptura, Salcedo, cuyas obras muy comprometidas y políticas se exponen en museos del mundo entero, ha querido "representar la brecha entre los europeos blancos y el resto de la humanidad"
[1]”.

Pero la grieta ha sido una metáfora analizada desde la postmodernidad y se ha mostrado recurrente e incluso polisémica. Por un lado se habla de la grieta como corte-herida hecho por la fuerza y, a la vez, como de una posibilidad liberadora dentro de un discurso homogéneo.

De manera ilustrativa podemos ver cómo para Foucault el racismo era el corte en la especie: “Según el análisis de Foucault, es precisamente el racismo, por su capacidad de establecer cortes en el continuo de la especie, el mecanismo que permite en muchas ocasiones reintroducir la función de muerte en un sistema centrado en el biopoder: “el racismo asegura el papel de la muerte en la economía del biopoder, según el principio de que la muerte de los otros es el reforzamiento biológico de sí mismo...” (Foucault, 1976a [HV] pág. 90)
[2]”.

De otro modo, siguiendo el trabajo de Deleuze, éste también ha utilizado también esa metáfora para explicar el lugar por donde el escritor/lector puede ver u oír, una especie de ontología de la superficie, una investigación muy a partir de las palabras de Paul Valery: “Lo más profundo es la piel”. Como dice Garcés, para Deleuze las “(...) verdaderas ideas, no están fuera del lenguaje: constituyen su afuera. Lo que es importante retener es que ellas no son lo que el escritor escribe, sino lo que él mismo puede llegar a ver u oír a través de las grietas de su lenguaje, de su sintaxis”.

La grieta nos mira .'Shibboleth' es el nombre de la obra y proviene de una palabra hebrea utilizada para separar a los Eframitas (inferiores) y a los Gileaditas (superiores) en una de las peores masacres del Viejo Testamento”[3]. Otros dicen que “Shibboleth , un término hebreo que en el Antiguo Testamento alude a la exclusión de un individuo por parte del grupo, ha sido el título elegido para este trabajo, "perturbador, conflictivo y difícil", según su autora. La grieta está construida para visibilizar dos realidades presentes separadas. Una grieta sin duda hecha de vallas muchas veces. Pero por mucho que para Salcedo Shibboleth tenga un papel puramente ilustrativo es perturbador ver cómo actúa la gente actúa con las cámaras y la grieta. Escudriñando su interior y su fondo, parados y absortos en sus cruces con ella, siguiéndola, buscando sin más, en el fondo, jugando a darle sentido. Como dice Manuel Rivas en El País (4-11-2997), “Hay en la multitud una identidad compartida con la grieta”. Es la grieta la que nos está mirando.



Obra abierta. Me perturba cuando leo las palabras de Carlos Hurtado, Curador de la galería Nueveochenta que dijo "Es un logro que genera visibilidad. Pero un creador debe pensar que todo está por venir. Lo que sigue es continuar demostrando el rigor propio de su trabajo y sus investigaciones". Me perturba partiendo de que tiene toda la razón.

La obra ha sido objeto de debate cuando la artista colombiana se ha negado a responder cómo hizo semejante grieta. “Está ahí”, dijo ella, “es real”. Se volverá a cubrir en abril próximo cuando termine la exposición. Según los responsables, desde entonces – desde abril en adelante – sólo quedará una línea-cicatriz.

Según las explicaciones de la artista es la división entre los europeos blancos y todos los que son los demás. Como escribe Rocha: “(...) representa las divisiones humanas de credo, color, clase y cultura que nos dominan, y que provocan tanto odio y violencia entre nosotros”. Salcedo al ser preguntada por la técnica no quiso explicarla. Dejó en secreto el proceso, por lo que queda como una especie de arte de construcción-truco-misterio, aunque “según 'Efe', una mirada juiciosa permite ver trozos de cable insertados en una especie de molde de hormigón”. Lo cierto es que según diversas informaciones parece una especie de cables enrejados a modo de valla apuntando a la semántica de muchos campos de concentración y quizás a las vallas en general. “'The Times', por su parte, publicó: "La obra es de la escultora colombiana Doris Salcedo y podría dividir a la opinión pública no solo para debatir si esta obra es arte, sino también para tratar de entender cómo la pieza llegó hasta la galería
[4]"”.


Procesos. A Hirst escucharle explicar cómo era el proceso de momificación del tiburón era incluso otra obra de arte, en este caso, tan filosófica como seamos capaces de pensar el terreno cruce entre la performance y de los relatos Gore de sangre y vísceras. Aparece así, la obra de Salcedo como un tipo de Magia blanca o Realismo Mágico de interés social: metáfora (ilustrativa o evocativa de este interés) y detalles técnicos silenciados (misterio). Al otro lado, quizás el tiburón de Damien Hirst como un cierto tipo de mago contrario o Magia Negra hecha de referencialidad (cita) y una narrativa performativa sobre sus detalles técnicos hechos de cortes, sangre y vísceras (Gore).




............................................. NOTAS...........................

[1] Arce, Begoña: http://www.lavozdeasturias.es/noticias/noticia.asp?pkid=370573
[2] Garcés, Marina. (2005). La vida como concepto político: una lectura de Foucault y Deleuze. Athenea Digital, 7, 87-104. Disponible en
http://antalya.uab.es/athenea/num7/garces.pdf
[3] Rocha, Oracio: http://www.esmas.com/noticierostelevisa/noticieros/672829.html
[4] http://www.eltiempo.com/cultura/2007-10-11/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3761197.html

2 comentaris:

  1. Muy interesante el artículo. La grieta como porción de realidad. Me voy empapado de fuentes.

    ResponElimina
  2. Me alegro, hombre. Preciosa tu poesía y tu blog, también.


    Un abrazo.




    DE REALIDADES

    El mar nos mira,
    ella habla con las piedras,
    canta, suspira, vacía,
    quiere ser una gota de agua,
    en la nada,
    eterna.

    Se escribe blanca sobre la tierra,
    cerca de las estrellas,
    tan lejos del cielo,
    se escribe polvo en el viento,
    en el contacto,
    el fuego.

    Y quiero pasear junto a ella,
    penetrar su refugio.

    Y puedo sonreír inmóvil,
    formar el símbolo,
    inventar realidades,
    una piedra y una palabra,
    una llamada enorme,
    sin origen,
    en la distancia.

    (Pedro Chincoa)

    ResponElimina