dimecres, 18 d’abril del 2007

Puntos más allá y desde la muerte ya.

1.

Malevich en su lecho de muerte, Mayo 1935.
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2.

Resulta paradójico establecer el panorama retrospectivo de una obra que jamás se ha pretendido prospectiva. Es como cuando Orfeo se vuelve demasiado pronto hacia Eurídice y con ello la envía para siempre a los Infiernos. Hay que hacer como si la obra se preexistiera a sí misma y presintiera su fi­nal desde el principio. Esto puede ser de mal augurio. Sin embargo, hay ahí un ejercicio de simulación capaz de entrar en resonancia con uno de los temas fundamentales del conjunto: hacer como si la obra estuviera cerrada, como si se desarrollara de una manera coherente, como si siempre hubiera existido. Así que no veo otro modo de hablar de ella sino en térmi­nos de simulación, un poco a la manera como Borges reconstituye una civilización perdida a través de los fragmentos de una biblioteca. Es decir, no puedo plantearme el problema de la verosimilitud sociológica, al que, por otra par­te, me costaría muchísimo responder, sino ubicarme simplemente en la posición del viajero imaginario que tropieza con estos escritos como con un manuscrito olvidado y que, a fal­ta de documentos suplementarios, se esfuerza en reconstituir la sociedad que describen.

[Jean Baudrillard, El otro por sí mismo, D.E.P.].

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3.

"Recordar es una acción ética, tiene un valor ético por sí mismo. La memoria es, dolorosamente, la única relación que podemos sostener con los muertos. Así, la creencia de que la memoria es una acción ética yace en lo más profundo de nuestra naturaleza humana"

[Susan Sontag, Ante el dolor de los demás, Suma de Letras, 2004, p.132].

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4.

"Pero el cuadrado debe ser algo más que una ilustración pedagógica: Malevich fue enterrado en un ataúd "suprematista", y puede verse, en una fotografía del funeral, el cuadrado negro colocado como un icono de la Virgen. Fue similar a la muerte de la pintura en el imaginario de los críticos del suprematismo".

[Arthur C. Danto, Después del fin del arte, Paidós, Barcelona, 1997, p. 176].

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5.

"El espesor de las nalgas de Rabelais explica su optimismo. Una visión como la suya, requiere estar muellemente sentada para impedir que el esqueleto nos proporcione un pregusto de muerte"

[Oliverio Girondo, Membretes]