dijous, 7 de setembre del 2006

¿Y si la cultura visual nos envolviera?


Dicen que la Cultura Visual es una materia novedosa en estudio: para mí es cierto. Es una cierta manera de estudiar los fenómenos que tiene bastante que ver con cruces con la antropología, con la historia y sobretodo con la actualidad. Dicen que muchos profesores ya están empezando a incorporar las obras que les traen – obviamente de miles de sitios – para seguir hablando de la importancia varias teorías que no se sabe porque están ahí, ni porque hay que estudiar ésas y no otras. Una teoría de estas teorías que explicamos – hace años refutada – es la teoría basada en la escuela de la Gestalt. Quizá porque sirve muy bien a determinados intereses industriales, como dicen algunos para "crear consumidores responsables" o simplemente, como una cuestión de fe, para tratar de seguir reafirmando las teorías universalistas del seguidor de la teosofía Kandinsky – al final – en pos de tratar de imponer un lenguaje homogéneo, artificioso y estático, que se debe aprender y para así, en el fondo, simular el saber algo.

En el campo de la filosofía hay una tendencia que tiende a esas ideas universales, también, el amor, la paz, la perfección, la unidad. Me encanta cuando he podido estar con un buenos profesores de filosofía, de literatura, de cine, de dibujo de esas cosas tan planteadas hetéreamente no tienen ni idea, ni les gusta que se hable en valde de ellas. En esos momentos, viene hacia mí el pensamiento Nietzscheano quizá por lo que veo proyectado en sus textos determinadas luchas contra el mal que comparto, también, basándome en una cierta idea de lo que creo que es investigar:

“Un filósofo: es un hombre que constantemente vive, ve, oye, sospecha, espera, sueña cosas extraordinarias; alguien al que sus propios pensamientos golpean como desde fuera, como desde arriba y desde abajo, constituyendo su especie peculiar de acontecimientos y rayos; acaso él mismo sea una tormenta que caminagrávida de nuevos rayos; un hombre fatal, rodeado siempre de truenos y gruñidos y aullidos y acontecimientos inquietantes. Un filósofo: ay, un ser que con frecuencia huye de si mismo, que con frecuencia se tiene miedo a sí mismo, - pero que es demasiado curioso para no "volver a sí mismo" una y otra vez..." (Nietzsche, Más allá del bien y del mal).

En el fondo, un profesor de dibujo, sin querer, sin mucho esfuerzo, podría admitir todo el arte, incluso tomar toda forma artística como parte de su interés investigador cubriendo así las nuevas formas en que la humanidad de su vera se relaciona, se disfraza, se ama y proclama. Incluso por decreto – aunque este profesor, en principio, no quisiera hacer mención de determinados autores o determinados puntos de vista – sin mucha dificultad podrían hacerle esa pregunta los niños y niñas de su clase, incluso refiriéndole ese arte que cree odioso. Refutarles esa forma de arte podría colocarlo en mal lugar: como si fuera un elegido que ha dicho no, que eso no merece ser estudiado, que eso está prohibido que su cuadro no merece atención, que la imagen “no a lugar”, para luego crear – y eso es lo importante y lo odioso – un silencio y un vacío, que esa forma de censura, no ha dejado florecer. Incluso decir que el color que ha utilizado o su manera de pintar está mal y no ver dónde está su bien, podría dejarlo, incluso como incapaz. También ahí me desmarco de muchos profesores de dibujo y a la vez, me veo mejor, más situado entre ellos.

Para los profesores de dibujo substitutos de la ESO - que van de un lado al otro - lo diverso sucede sin cesar, atraviesa sus clases, sus métodos, sus caminos. Hecha desde cualquier sitio, hacia ninguna parte, incluso, y no puede hacer nada para detener un flujo constante. Si lo hiciera tendría una jerarquía montada que se basaría – sin querer – en un gusto – personal y político – y no en su conocimiento crítico de los objetos, que es lo que debe ser estudiado quizás, con más ansia.

Todo eso que le sucede o puede tratar de ver cómo sucede y contextualizar lo que le diga el currículum – que es lo que se hace comúnmente – o tratar de cerrar los ojos y recitar, en sus speechs, lo que dice, por ejemplo, una teoría que – paradójicamente y como estaría haciendo él – ni tiene en cuenta el objeto, ni contexto del objeto, ni al receptor, ni el contexto receptor. Pero claro, suerte que todo esto también son puertas para el estudio, para plantear nuevas preguntas.

Los currículums hechos por profesores atentos a la Cultura Visual fundan un material escolar de estudio crítico en proceso, justamente en contra de determinados enquilosamientos, en contra de determinadas fuerzas muertas que tiene la institución escolar. Nada escapa a su esencia relativa y cambiente, sino su currículum de aspecto más flexible y menos rígido. Gran capacidad de buscar intereses compartidos, mostrando las grandes posibilidades de hacer un buen currículum distinto, de hacer un gran proyecto escolar fundado en la identidad, en la diversidad, en la diferencia – grandes proyectos postmodernos. ¿Es por eso que se dice que el arte es a la postmodernidad lo que la ciencia a la modernidad?

A los profesores interesados en la Cultura Visual el currículum es un proyecto en proceso, un movimiento lejos de cualquier teoría enquilosada, un aprender en movimiento constante: nuevos medios, nuevas maneras de entrelazar discursos, nuevas imágenes, nuevas preguntas sociales, incluso, replanteamientos y debates sobre las teorías que plantea aprender el currículum. Pero también podría ser todo lo contrario, claro:

"¿Me preguntan ustedes cuáles son los distintos rasgos que caracterizan a los filósofos...? Por ejemplo, su falta de sentido histórico, su odio a la misma noción del devenir, su mentalidad egipcíaca. Creen honrar una cosa si la desprenden de sus conexiones históricas, sub specie aeterni; si la dejan hecha una momia. Todo cuanto los filósofos han venido manipulando desde hace milenios eran momias conceptuales; ninguna realidad salía viva de sus manos. Matan y disecan esos idólatras de los conceptos cuanto adoran; constituyen un peligro mortal para todo lo adorado. La muerte, la mudanza y la vejez, no menos que la reproducción y el crecimiento, son para ellos objeciones y aun refutaciones. Lo que es, no deviene; lo que deviene, no es..." (Nietzsche, Filosofía a Martillazos).

Devenir - sí, señor - transformar(se) y para nada un hombre, una mujer - niños están a salvo - dejar de martillear...

Es en esos momentos, en los que me siento más cerca de ser un profesor cuestionador del sistema escolar y, a la vez – y como una paradoja bonita – nunca más cercano a él. El sistema escolar, su estrategia, fundada sobretodo en la modernidad, desde la industrialización les reta todo aquello que no se funda en sus preguntas, que no se funda en los sujetos que trata de construir. Siento, en esos momentos, ser alguien que lo critica y se aleja de determinadas maneras de verlo como hizo Nietzsche (el filósofo) mostrando las críticas a determinados filósofos o determinadas filosofías, para quizás en mis sueños, hacer una escuela mejor. Me gusta no formar parte de determinados grupos, de determinadas formas o fuerzas destinadas a la homogeneización en la escuela:

“Otro triunfo es nuestra espiritualización de la enemistad, la cual consiste en que se comprende el valor de tener enemigos” (Nietzsche, Filosofía a Martillazos).

Y si viéramos cómo la cultura visual nos envuelve dejaríamos de pensar: habríamos de hacer.