diumenge, 29 de març del 2009

Matices complejos, además.

 

Justo en Catalunya (España) en estos momentos de crisis económica y social se suceden simultáneamente dos procesos que implican al conocimiento con la forma nueva de administrarse las instituciones pedagógicas más importantes de nuestra sociedad:

  • la Universidad y su proceso de Bolonia y;
  • la Escuela (Infantil, primaria, Secundaria y post-obligatoria) catalana y la LEC.

En Catalunya ambos procesos se viven como simultáneos, de esa lectura, hurde explicar semejante grieta a modo de tratar de encontrar matices necesarios.

Reconocido es la forma en que instituciones como la Universidad y la escuela se administran desde hace años. Reconocidos sus fracasos podemos decir que va tirando y mal. Mi lugar como investigador me ha permitido estar casi toda mi vida dentro de instituciones que son y han sido reguladas entendiendo como causa primordial - o no - el lugar pedagógico que sitúa a sus agentes en operaciones históricas y culturales, en formas de relacionar saberes. En la escuela he estado como alumno y luego como profesor; en la Universidad sólo - cuando he podido - como alumno.

En todas partes, hay de todo - quede claro.

Tratando de ser fundamentalmente positivos el primer objetivo que deberíamos valorar es si la escuela y la universidad deben revisar formas de administrar que - sobretodo - convoquen nuevas formas de pensar nuestra relación con el conocimiento y los saberes. De algún modo, al plantear nuevas formas de administrarse, escuela y la universidad hablarían de nuevas formas de acercar el conocimiento a la gente, de algún modo, asumiendo que lo importante es aprender a relacionarse con éste.

La escuela y su rotura en disciplinas obliga a pensar al estudiante en el conocimiento como un extracto de saberes independientes e inconexos, de alguna forma como un territorio cuarteado por la acción humana. La inconexión y el distinto momento de cada disciplina sólo reafirma esa sensación de un moderno mosaico irregular (Geertz, 1992).

En la Universidad parece que se convocan en huelga los intereses de:

  • profesores ociosos - docentes que tienen su asignatura como un lugar no de investigación sino de promoción personal;
  • con grandes profesores críticos del proceso europeo mismo [como un proceso neoliberal más en que la forma de imposición forma parte de la metodología misma del cambio].

La LEC (una nueva Ley de Educación Catalana, dirigida por Ernest Maragall - hermano de un respetado antiguo presidente de Barcelona cuando los JJ.OO de 1992) ha sacado a los profesores a la calle a protestar tres veces en su mandato. Una gran oposición a la LEC se encuentra en la bolsa de interinos que no es grande - 3.000 ó 5.000 interinos y substitutos es lo recomendable - sino brutal - acerca de unos 60.000 ó 70.000 mil. ¿Y eso Maragall lo sabe? El tipo de ley que quiere promover lo hace sin el apoyo de la comunidad educativa. Como le pasó a otra ministra (Esperanza Aguirre) que también quiso hacer semejante gesto de imponer a la escuela y le salió mal, antes, durante y al final.

Las imposiciones hacen salir a la calle a protestar, Bolonia sacó lo peor de la policía a la calle. Salieron andando pero me cuentan que los Mossos "saltaron" a lo bestia porque había mucha gente protestando y daban miedo. La chispa, el detonante fue la reacción de unos policías ante un gesto hecho por la masa que hizo "volar" una cabina telefónica. Le dieron velocidad al asunto provocando unas estampidas que se los comían.

La LEC trata de promover nuevas formas de gestionar los centros de infantil, primaria y secundaria básicamente a fuerza de instaurar nuevas reglas de juego que de alguna manera no renuncian a formas bastante arbitrarias, pero prácticas para la administración que centralizan y agilizan gestiones y decisiones que obvian las implicaciones pedagógicas en pro de una gestión más cercana pero en la que lo principal es la gestión administrativa. Los métodos que promueve, de alguna manera, dan más poder a grupos de docentes pasados a directivos e incluso a gestores especializados en centros. Otra de las aportaciones importantes de esa nueva ley es que se buscan crear vínculos entre la escuela y el ayuntamiento. 

Después de la tercera huelga Maragall ha dicho que se reafirmaba y que iba a seguir adelante. En la segunda parada de los docentes, los estudiantes casi ni vinieron, los sindicatos habían dejado a los más jóvenes y lo que más había eran interinos con una especie de clara lectura negativa de la Ley: sí no tienes derecho a plaza porque tu número de interino ya no vale nada y encima te cambian el estatuto laboral de Personal Docente a Personal Laboral, sin duda no sales ganando. En cambio, en la tercera y mayoritaria parada los alumnos colapsaron y la lectura era otra. A petit comité, incluso, de lo que se quejaban los sindicatos era de que esa nueva manera de proceder no mejoraba ninguno de los problemas antiguos y actuales de la escuela entre los que seguimos padeciendo. Uno de los ejemplos es esa pasividad construida desde arriba que padecemos entre los alumnos y que con la nueva ley - que aparta un poco el proyecto al claustro -  puede hacer que recaiga en los maestros.

Sigue quitándome el sueño esas palabras de los sindicatos que afirmaban que "la nueva ley no era más que un simple cambio de paradigma y una nueva forma de afrontar la escuela el siglo XXI": Invisibilidad crítica + slogan progresista de anuncio de los 90. Me preocupa, en este sentido - el nuevo papel de los sindicatos y la forma en cómo los interinos y substitutos - con bajísima cuota sindical - nos los hemos agenciado y utilizado para expresar nuestro punto de vista. Hartos de pagar el pastel de los que jamás han estado ni saben de los problemas fuera de miles de personas y grandes millonadas de dinero que en la escuela pública no aparece.

De todas maneras, también es legítimo que a si me importen sus problemas - como él dice que le importan los míos - y querría decirle que no me ha convencido su carta. Aprovecho este escaso espacio para decirle que

no me gustó su tono paternalista porque fundamentalmente nos construye como infantes - una típica estrategia neoliberal;

ni que un político tenga que convencerme escribiendo cartas a los docentes con la misma técnica que un spam comercial.

 

En la escuela, los planes de mejora sin la participación de los alumnos, ni las familias proliferan.

Aunque cueste, aunque sea mucho más difícil, deberíamos explorar formas de no imponer pero que toquen los temas esenciales en nuestras instituciones educativas y que - garantizando estatus y estadios profesionales - proponga nuevas formas activas de acercarnos al conocimiento.

Aquí, bajo estás ideas no se hace nada. El sentido, ambas direcciones convocan críticas culturales política y discursivamente nada despreciables y a tener en cuenta.

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