dimecres, 24 de gener del 2007

María José Royuela, Un tránsito del realismo.




Realismos
María José Royuela (Elorrio, 1968) es una pintora realista de Elorrio. De hecho, esta afirmación tiene bifurcaciones distintas según sea quién la lea. El realismo siempre ha interesado y tiene millones de variantes y escuelas, de hecho hay tantas, que no creo que existan ya pintores de otro tipo, si se piensa detenidamente en la infinita capacidad de su objeto. Sin duda, su identidad de pintora se ha construido a partir de una cierta instrucción técnica.

Revisión de objetos
Si todo realista, en una especie de revisión estructuralista, hiciera repaso del discurso de sus objetos, se iría dando cuenta de qué tipo de diario de imágenes ha ido construyendo, en qué mundos ha vivido y descrito. De hecho, es esta tarea de recolecta de objetos la que he ido haciendo, para poder escribir unas palabras sobre su obra. Quiero decir, como no puede ser de otro modo, que éste es un punto de vista más, que, en realidad la obra tiene muchas partes y muchos matices, en cuanto a su construcción y elaboración, en cuánto a su historia, pero que en este análisis de los objetos presentados, como amigo y crítico – por este orden – trataré de esbozar burdamente un aspecto de lo que la obra de María José Royuela permite pensar, partiendo de una mirada fija y sin palabras, de lo que permite en cuanto a lectura crítica de la postmodernidad, al final, como contenedora (sic) de ideas-cruce muy interesantes en el mundo contemporáneo dominados por la prisa, la novedad y el agobio.

Recolectar
Quién ha visto la película “Los espigadores y la espigadora” (de Agnes Varda, 2000) habrá podido ver una excelente película dedicada a aquellos a los que el sistema de valores dominante convierte en invisibles. Son gentes – normalmente de bajo poder de adquisición que viven en las ciudades – denominados espigadores porque imitan socialmente lo que los pobres, a principios del siglo XX, hacían después de la siega general para recolectar algunas espigas y poder hacer un poco de pan en casa y a los que Millet tan bien representó. Ahora, en la ciudad, más que recoger espigas de trigo (y puesto que por la ciudad no hay campos en los que espigar para comer) lo que hacen es recoger la comida de los contenedores que los supermercados tiran al cerrar, etc. De hecho, lo que demuestra la película es que hay mucho mundo invisible en el mundo de las imágenes.
Lo más importante que hacen artistas como María José Royuela es visibilizar al invisible, dar voz al que no la tiene. Cumple, a veces, esa misión con los objetos y sujetos representados: Personas mayores, historia social y humana; Algunos bodegones metafóricos nacen de olvidos sociales, están marcados – sin duda – por un desprecio presente y colectivo; Objetos desterrados; Objetos en desuso – que no rotos – que han quedado olvidados en una estantería o cumplen ya únicamente función de adorno; Objetos socialmente inútiles sin haber presentado ninguna anomalía, quizá envejecidos con la creciente escalada en el consumista y en el gusto por la novedad. Los objetos que representa María José Royuela son objetos que quedan fuera del circuito de lo social, por no-se-sabe-qué. Hechos de destierros, a partir de cicatrices explicados, con surcos y arrugas, quizá apelando a sus propias micro-historias; sujetos y objetos con una historia corporal visible, en cualquier caso, parafraseando a Baudrillard, son ellos (los objetos) los que la eligieron a ella primero. Parecería una vez más que los artistas como María José Royuela siguen apelando a lugares y objetos metáfora que se nos escapan, a lugares y objetos a los que volver mirar y repensar, a los que el sistema ya no mira. Quizá porque no puede, quizá porque no interesa, quizá porque puedan generar un miedo catárquico, quizá por nada, quizá por todo.


El proceso del realismo
Y es que, en realidad, el realismo es un proceso. De hecho, en esta última serie del 2005 explora algunos aspectos que tienen que ver con los distintos estadios de la madurez, y éso es lo que turba, con una especie de renacimiento concentrado, como si anunciara la vida abriéndose paso. Lo nuevo y lo viejo, reconciliados, reconciliándose. La primera exposición del 2006 María José Royuela, Un Tránsito del Realismo, explicitando un proceso en transformación presente, pasado y futuro.


Toni Carrasco
Es Licenciado en Bellas Artes y Profesor de dibujo
Enero 2006



[Extraído del catálogo editado sobre la Exposición María José Royuela. Un trásito del realismo. Obras 1998-2005].

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