divendres, 25 d’abril del 2008

Re-Verso

Grietas como apostillas a nuestra era.
Nos adentramos en una era dónde la crítica es una materia líquida. Desde ella se nos escapan los acontecimientos como ese agua que trata de contenerse entre las manos para ser bebida. Se nos escapa lo real a borbotones y entre nuestros dedos: grietas. Quizás es – como decía Baudrillard cuando trataba de Olvidar a Foucault – que todavía vemos lo real desde “un parabrisas hecho trizas, pero que aún aguanta” (Baudrillard 1978). La crítica, en ese punto, se situaría en esas gotas de agua que lo atraviesan y nos obligan a ir con la frescura y molestia de quien tiene la cara mojada y los ojos entornados.
En esa nueva realidad postmoderna de la crítica líquida las distintas construcciones de sentido se convierten en hechos y acontecimientos dónde lo que importa son las décimas, las milésimas y los matices frente a un dominio aletargado y mentiroso de lo simple y lo unitario.

Mercado agrietado por una crítica líquida.
Es Jean F. Lyotard quién en La Condición Posmoderna (1998) explicó como los grandes relatos habían perdido sentido para nuevos tipos de sistemas sociales postmodernos, multiculturales e internacionales. Así, de nuevo, aparece un mapa cuarteándose hasta el extremo, mosaico de culturas (según Geetrz) o hecho a base de diferencias y llamado Multitud (Hard y Negri) como un nuevo tipo de fuerza social hecha a base y desde la diferencia.
Según los medios en la biennal de Sao Paulo (2007) su curator, Ivo Mesquida, decidió exponer el vacío mismo en el centro de su curatotia, dejando solamente ese espacio dedicado a catálogos, revistas y libros que hablan – según afirmó Mesquida, sobre “esa crítica a las 200 biennales que existen como modelos de dominación económica, artística, cultural y social”. Pero alrededor de ese vacío había mucho movimiento, incapaz de ser contado en los medios: hiper-producción de acciones, performances y videos invisibilizados por un mercado furioso a causa de una interrupción con resonancias de una crítica reconstruída desde los trabajos de los 70y, en especial, de la relectura de los trabajos de la Escuela de Frankfurt y sus derivas y derivados apuntes críticos.
Repensar el mercado desde esa interrupción parece ser una nueva y vieja forma de crítica artística, repensarlo haciendo parar la circulación del mercado de obras de arte, al final, también puede ser leída como una postura de fuerza permitida a causa de una crisis profunda, tanto como la propia humanidad. Algunos dirán que el mercado es lo que siempre ha habido detrás de todo y más detrás de todo el arte. Quizás, ahora, se trate de un mercado global e internacional que ha dado muestras suficientes de una crisis identitaria. Y es por eso que se ve el trabajo de Mesquida como una cierta parada del mercado permitida y negociada y en un futuro quizás reconsiderada.
Dentro de ese contexto del arte marcado por el mercado también entendemos piezas como spore 1.1 de SWAMP en el que la pieza es una planta con un riego conectado a las cotizaciones de bolsa de una empresa, recaudando agua como beneficios.

Grieta: corte en la especie y/o fuerza magmática.
Desde ese construído vacío y su contrario – la hiperproducción neobarroca – se podría pensar el trabajo de Doris Salcedo. Doris Salcedo (Bogotà, 1958) explica que su trabajo, una grieta de 167 metros en la Tate Modern de Londres llamada Shibboleth, es una obra de denuncia del racismo. Pero la grieta es una metáfora “que nos transporta como a sus habitantes, en todo tipo de trayectos, con encrucijadas, semáforos, direcciones prohibidas, intersecciones o cruces, limitaciones y prescripciones de velocidad. De una cierta forma – metafórica, claro está, y como un modo de habitar – somos el contenido y la materia de ese vehículo: pasajeros, comprendidos y transportados por una metáfora” (Derrida 1987).

Shibboleth de Doris Salcedo en la Tate Modern evidencia una grieta o corte “tan profunda como la humanidad” decía Salcedo. A la vez, quizás citando a Foucault, la grieta es “un corte en la especie hecho por el racismo” signo inequívoco de un espantoso poder hegemónico tan real como cierto, todavía. Aún así, de otro modo, sumando significados, aparece su contrario pues la grieta también evidencia también una fuerza interior, magmática y positiva que, actuaría como apostilla a nuestra era, muestra un nuevo tipo de analogía con una molesta voluntad de mirarnos e interrogarnos. ¿Son las grietas las que nos están mirando?



Toni Carrasco
Licenciado en Bellas Artes y Profesor de Dibujo.

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